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La importancia de la inteligencia emocional en el trabajo

La inteligencia emocional es la capacidad que tiene cada persona de: gestionar las emociones frente a una situación, conocerse a sí mismo y trabajar con los demás. Esto lo podemos ver relevante para aplicarse a la vida cotidiana, pero ¿por qué es importante la inteligencia emocional en el trabajo? Porque las emociones influyen en el éxito de las personas y, por ende, de las empresas. De hecho, cada vez más compañías le dan la misma importancia a una buena inteligencia racional que a una emocional, porque a parte de tener trabajadores con los conocimientos básicos para poder desempeñar su trabajo, las empresas buscan líderes, personas que sepan trabajar en equipo, empleados motivados que generen un buen ambiente de trabajo, que sepan crear vínculos con otros trabajadores, clientes o usuarios y busquen obtener buenos resultados de forma innata.

En un puesto de trabajo necesitas una inteligencia racional que es la que nos capacita intelectualmente para poder desarrollar nuestro trabajo, por ejemplo, tener determinados estudios, saber leer, idiomas… Este tipo de inteligencia es la que se puede plasmar en un currículum y será la primera razón por la que seremos elegidos para desarrollar un puesto de trabajo. Sin embargo, con esto ya no es suficiente. También debemos desarrollar nuestra inteligencia emocional para poder gestionar nuestros sentimientos frente a diferentes situaciones como búsqueda de trabajo, cambio de trabajo, promoción o ascenso… que nos produce incertidumbre, frustración, miedos, ilusión, esperanza, entre otros.

¿Qué habilidades tienen las personas con alta inteligencia emocional?

1. Conocen sus fortalezas y debilidades. Son autocríticos consigo mismos y saben cuáles son limitaciones y dónde pueden destacar. El autoconocimiento hace que sepan cómo van a reaccionar ante diferentes estímulos o situaciones y esto les ayuda a saber tomar decisiones. Ser honestos con nosotros mismos y saber en qué terreno destacamos nos puede facilitar el hecho de saber qué queremos estudiar, dónde queremos trabajar, qué objetivos queremos conseguir a corto y largo plazo,… y evitar el autoengaño.
2. Saben lidiar con las críticas. Saben controlar sus sentimientos y no suelen enfadarse fácilmente porque saben diferenciar entre las críticas constructivas y las críticas gratuita. Analizas las críticas constructivas porque les puede hacer mejorar y crecer, de igual modo, son conscientes que las críticas gratuitas son realizadas para hacer daño u ofender por envidia, celos, venganza… y trabajan para no llevárselas al terreno personal haciendo que les afecte en la menor medida posible.
3. Buscan la excelencia, no la perfección. Siempre se ha dicho la frase de “la perfección no existe” por eso las personas con una alta inteligencia emocional buscan realizar su trabajo lo mejor posible siendo conscientes de que buscar la perfección en todos los aspectos de la vida puede causar frustración y llevar a la infelicidad. Por eso, focalizan su energía en buscar la excelencia en sus propios actos y en los que realizan los demás, no la perfección.
4. Saben que la felicidad depende exclusivamente de ellos. Las personas buscamos ser felices constantemente en muchos aspectos de nuestra vida, en el trabajo, los estudios, pareja, amigos, familia… La felicidad depende de nosotros mismos y no es responsabilidad de otras personas hacernos felices. Al igual que el éxito o fracaso de un proyecto no es culpa exclusivamente de los otros, sino que el esfuerzo y el trabajo que cada individuo realice se verá reflejado en el resultado. 
5. Mens sana in corpore sano (mente sana en cuerpo sano) Suelen tener unos hábitos de vida saludables para poder dar el 100% en cada trabajo. Duermen las horas necesarias para que el cerebro y el cuerpo descanse, procuran hacer algo de ejercicio y tener una alimentación saludable para poder desempeñar un buen trabajo y estar preparados para afrontar los retos que pueden surgir cada día. Estos hábitos les ayudan a ganar confianza en sí mismos.
6. Se rodean de gente positiva. Buscan entornos saludables que les aporte energía, conocimiento, aprendizaje y compartan intereses comunes. Saben apartarse de los ambientes tóxicos que pueden afectar a su estado anímico y/o productividad.
7. Tienen proyección. Cuando realizamos un trabajo o estamos estudiando a veces no obtenemos los resultados deseados. Las personas con alta inteligencia emocional son conscientes de que se han equivocado o no han obtenido el resultado deseado, sin embargo, trabajan y se esfuerzan para que no se vuelva a repetir y hacerlo mejor la próxima vez. Estancarse en los fracasos del pasado es una lacra que no deja avanzar.
8. Apuestan por los cambios. Los cambios nos producen miedos y esto nos puede paralizar. Anteriormente hablamos sobre los miedos y frenos que tenemos para cambiar de trabajo y cómo evitarlos. Sin embargo, los cambios también pueden otorgar grandes beneficios y hacernos avanzar hacia nuevas oportunidades.
9. Saben cómo invertir su tiempo. Esto va muy relacionado con ser organizado y evitar perder el tiempo. Es importante saber cómo organizar el tiempo para sacarle el máximo beneficio y conseguir las metas fijadas con la mayor brevedad.
10. Tienen muy desarrollada la empatía. Saben ponerse en el lugar de la otra persona, lo que les permite tener un gran conocimiento sobre cómo se siente y poder actuar en consonancia a las necesidades y circunstancias. Esta empatía es especialmente útil en momentos de crisis y negociaciones, porque existe una conexión entre las dos partes que favorece el entendimiento.

¿Cómo desarrollar la inteligencia emocional?

Hay personas con una gran inteligencia emocional de forma innata, como existen personas con una gran capacidad intelectual. Pero para poder tener éxito debemos trabajar las dos por igual. Es tan importante formarse y estar preparado académicamente como trabajar la inteligencia emocional. Para desarrollar nuestra inteligencia emocional podemos llevar a cabo algunas acciones como:

1. Tener un diario de emociones. En un diario escribe qué emociones has tenido a lo largo del día. Es un diario personal por lo que debes ser sincero y analizar tu comportamiento, no te juzgues no pienses si lo que has sentido está bien o mal, simplemente sé honesto contigo mismo y analiza los diferentes momentos del día, qué has sentido cuando has salido de casa, al llegar al trabajo, al ver a tu compañero, a tu jefe, mientras estabas trabajando,… apúntalo y trabaja sobre aquellos puntos que te gustaría mejorar.
2. Analizar el foco de tus emociones. Los sentimientos son una cadena y debemos analizar cada eslabón para saber qué ha desencadenado todo. Por ejemplo, has ayudado a un compañero a realizar un trabajo, pero luego no ha contado contigo para formar parte de su equipo. En un primer momento podemos pensara que él o ella nos ha traicionado y por eso nos hemos enfadado, sin embargo, los motivos pueden ser más profundos, como que te da tristeza que no cuente contigo.  
3. Estudiar tu leguaje corporal y el de los demás. Controlar el lenguaje corporal es algo que lleva tiempo, esfuerzo y tener consciencia de nuestras reacciones. El lenguaje corporal se refiere a los gestos que hacemos de forma inconsciente ante una situación, por ejemplo, levantar una ceja cuando no entendemos algo, cruzar los brazo o piernas cuando algo que están diciendo no nos gusta, etc. Tener el control sobre estos gestos no dejará ver qué estamos pensando o cómo nos estamos sintiendo. También analizar cómo reaccionan las otras personas nos puede guiar para saber cómo se están sintiendo.
4. Recurrir a profesionales. Los coachs nos pueden ayudar a mejorar en el desarrollo de la inteligencia emocional y guiarnos para alcanzar los objetivos. También está la opción de apuntarse a cursos, charlas, leer libros, escuchar podcast que nos den más información y nos permita profundizar.

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